La periodoncia es una rama de la odontología que se encarga del estudio, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que afectan a los tejidos que rodean y soportan los dientes, principalmente las encías y el hueso alveolar. Es, por tanto, una disciplina clave para preservar no solo la salud bucal, sino también el bienestar general. Dentro de esta especialidad, la periodontitis representa una de las afecciones más comunes y, al mismo tiempo, más ignoradas por muchas personas hasta que el daño es evidente. Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica que, si no se trata a tiempo, puede derivar en la pérdida de piezas dentales y tener repercusiones sistémicas sobre la salud.
La periodontitis comienza muchas veces de forma silenciosa, con una inflamación leve de las encías que suele conocerse como gingivitis. Las encías se enrojecen, sangran al cepillarse o se muestran más sensibles de lo habitual. Sin embargo, como estos síntomas no siempre son dolorosos, suelen pasar desapercibidos o no se les da la importancia que merecen. Si esta inflamación no se aborda de manera adecuada, las bacterias presentes en la placa bacteriana se introducen por debajo de la línea de las encías, afectando cada vez más al tejido y al hueso que sostiene los dientes.
El proceso es progresivo y, a medida que avanza, se forman bolsas periodontales, es decir, espacios entre el diente y la encía donde se acumulan más bacterias y residuos. Estas bolsas son imposibles de limpiar con un cepillado convencional, lo que agrava aún más la situación. Poco a poco, el hueso se va destruyendo y los dientes comienzan a moverse, a perder estabilidad y, en casos avanzados, pueden llegar a caerse. Esta pérdida no solo afecta la función masticatoria y la estética, sino también a la calidad de vida y la autoestima del paciente.
Más allá del impacto local en la cavidad oral, numerosos estudios han demostrado la relación entre la periodontitis y diversas enfermedades sistémicas, según nos explica la odontóloga cirujana y periodoncista Clara Santos. La inflamación crónica que produce puede facilitar la entrada de bacterias en el torrente sanguíneo, contribuyendo al desarrollo o agravamiento de patologías como enfermedades cardiovasculares, diabetes, complicaciones durante el embarazo, o incluso trastornos respiratorios. Esto convierte a la periodoncia en una especialidad que trasciende el ámbito odontológico, situándose en un plano multidisciplinar donde la salud bucal se vincula estrechamente con la salud general del organismo.
La importancia de tratar la periodontitis radica, por tanto, en prevenir este círculo vicioso de inflamación, infección y deterioro estructural. Una vez diagnosticada, el tratamiento debe ser individualizado y suele combinar la limpieza profunda de las encías (conocida como raspado y alisado radicular) con medidas de higiene específicas y, en algunos casos, el uso de antibióticos. En situaciones más avanzadas, puede requerirse cirugía periodontal para acceder a las zonas más profundas afectadas o incluso regenerar el tejido perdido.
Además del tratamiento clínico, es esencial el compromiso activo del paciente. La periodontitis no se cura únicamente en la consulta del dentista; requiere una correcta y constante higiene oral en casa, visitas periódicas de mantenimiento y, en muchos casos, cambios en el estilo de vida, como dejar de fumar o mejorar la alimentación. La constancia es clave para evitar recaídas y preservar los resultados conseguidos con el tratamiento profesional.
¿Qué otras enfermedades bucodentales pueden afectar a nuestra salud?
Además de la periodontitis, existen otras enfermedades bucodentales que pueden tener un impacto significativo en nuestra salud general. La boca no es un sistema aislado del cuerpo: está conectada por múltiples vías con otros órganos y sistemas, por lo que cualquier desequilibrio o infección en ella puede desencadenar o agravar afecciones en distintas partes del organismo.
Una de las patologías más comunes es la caries dental, una enfermedad infecciosa causada por bacterias que destruyen progresivamente el esmalte y la dentina del diente. Aunque a menudo se percibe como algo menor o fácilmente tratable, si no se interviene a tiempo puede derivar en infecciones profundas, como abscesos o pulpitis, y requerir tratamientos más invasivos como endodoncias o incluso extracciones. Las infecciones dentales severas, si no se tratan, pueden pasar al torrente sanguíneo y dar lugar a una condición potencialmente mortal llamada sepsis.
Otra afección relevante es la mucositis oral, una inflamación de la mucosa bucal que aparece especialmente en pacientes sometidos a tratamientos oncológicos, como la quimioterapia o la radioterapia. Esta condición puede causar un intenso dolor, dificultad para comer, hablar o tragar y representa un riesgo de infecciones secundarias que comprometen el sistema inmunológico. Su correcto manejo es fundamental para garantizar que el paciente pueda continuar con su tratamiento médico principal sin complicaciones adicionales.
También destacan las infecciones por hongos, como la candidiasis oral, que afectan sobre todo a personas con defensas bajas: pacientes con VIH, ancianos, niños pequeños, o personas en tratamiento prolongado con antibióticos o corticoides. Aunque puede parecer una infección leve, su persistencia puede indicar una alteración inmunológica más profunda.
La maloclusión dental, aunque no es una enfermedad infecciosa, puede tener consecuencias importantes si no se corrige. Una mordida incorrecta puede derivar en dolores musculares, problemas en la articulación temporomandibular (ATM), cefaleas crónicas y dificultades digestivas debido a una masticación ineficaz. Asimismo, puede provocar desgaste prematuro de los dientes y favorecer la acumulación de placa, elevando el riesgo de caries y enfermedades periodontales.
Por otro lado, el bruxismo, que consiste en apretar o rechinar los dientes de forma involuntaria (principalmente durante la noche), no solo desgasta el esmalte y fractura piezas dentales, sino que puede generar dolores musculares, migrañas y alteraciones en el sueño. Su relación con el estrés y la ansiedad también lo sitúa en la intersección entre la salud mental y la bucodental.