Voy a empezar por lo evidente: soy una loca de los animales. Pero de las de verdad. Tengo 32 años y en casa vivimos cinco: dos perros y tres gatos. Sí, sí, cinco animales. No es una guardería, es mi casa. Y no, no huele mal porque no limpie o porque los animales estén sucios, huele… a animales. Y eso, cuando tienes uno o dos, puede ser tolerable. Pero con cinco, se nota. Lo notas tú, lo nota tu madre, lo nota tu amiga la que dice “no, si a mí los animales me encantan” mientras hace el gesto de mover la nariz buscando algo en el ambiente.
Y sí, yo también lo notaba. Y me volvía loca intentando que no fuera así.
El olor que no se va
Para quien no haya tenido nunca animales, os explico: los perros tienen un olor propio. Es como su marca, su perfume natural. Y aunque los bañes, a los tres o cuatro días vuelven a tener ese olorcillo que no es malo, pero tampoco es a rosas. Y los gatos… bueno, los gatos son más limpios, sí, pero entre la arena, sus camitas, y el hecho de que les encanta dormir encima de TODO, al final también dejan rastro.
Y claro, una cosa es amar a los animales, y otra es que tu casa huela a ellos.
Yo soy de esas personas que, antes de que venga alguien, abre todas las ventanas, pone el difusor con olor a eucalipto, pasa el aspirador rápido y, si me da tiempo, froto con un paño húmedo las patas del sofá. Todo esto mientras los perros me siguen por la casa sin entender por qué estoy tan alterada y los gatos me miran desde lo alto de la estantería como diciendo “¿Ya está otra vez con lo del ambientador?”.
Las mil cosas que probé y no funcionaron
No es que un día me diera por obsesionarme, es que esto ha sido progresivo.
Al principio, asumía que el olor venía con el pack de tener animales. Pero cuando empecé a notar que cada vez que venía alguien a casa hacía ese gesto sutil de oler el aire… algo en mí dijo: “Esto hay que arreglarlo”.
Y ahí empezó la aventura.
He probado de todo. Literalmente, de todo. Te lo cuento rápido:
- Difusores con aceites esenciales: bien al principio, pero algunos aceites son tóxicos para gatos (yo no lo sabía) así que tuve que tirar media colección a la basura.
- Velas aromáticas: me gustan, pero duran poco y cuando tienes cinco animales su efecto es como tirar un cubito de hielo a un incendio.
- Ambientadores en spray: los típicos que echas antes de que llegue una visita. Huelen bien cinco minutos y luego… nada.
- Incienso: el gato más viejo de casa lo odia, y además me dejó de gustar porque se mezcla con el olor de los animales y crea un “aroma místico a pelo mojado” que no recomiendo.
- Limpiadores de superficies con olores: bien, pero no cambian el olor del ambiente, solo el del suelo durante un ratito.
- Arena de gato perfumada: la odian. Volví a la normal.
- Productos de limpieza naturales tipo vinagre y bicarbonato: sí, limpian, pero no perfuman. Que era lo que yo buscaba.
Nada me funcionaba del todo. Y lo peor: cuanto más hacía, más me frustraba. Porque yo no quiero una casa que huela a tienda de productos químicos, pero tampoco quiero que huela a “refugio improvisado”. Y sí, la gente que te dice “Es que tienes muchos animales, es normal”, pues vale, pero… ¿y si no quiero que sea normal?
Un día, alguien me dijo: «Hay perfumes para mascotas«
Y aquí es donde empieza lo interesante. Estaba en el parque con los perros, charlando con otra chica que también tiene varios animales en casa, y en medio de la conversación suelta algo tipo: “Desde que uso perfume para mascotas, mi casa huele genial”.
¿Perdón?
“¿Perfume para mascotas?” — le pregunté, pensando que era broma.
Me explicó que existen perfumes especiales, sin alcohol ni cosas raras, diseñados para animales. Que no les hacen daño, que no afectan su piel ni su olfato (que, por cierto, es mucho más sensible que el nuestro), y que ayudan a mantenerlos con un olor agradable.
Me sonó a invento moderno. A cosa que le echas a tu perro pijo para que huela a vainilla cuando va al veterinario. Pero, aun así, volví a casa y me puse a investigar.
Lo investigué TODO antes de probarlo
Soy de esas que se pasa una hora mirando ingredientes antes de comprar un champú. Así que con esto no iba a ser diferente. Me leí todas las etiquetas, me asesoré con empresas como este fabricante de perfumes (perfumería que, entre sus productos, tienen perfumes para mascotas), me metí en foros, vi vídeos de veterinarios, pregunté en un grupo de Facebook de gente que vive con más de un animal (bendita comunidad), y al final encontré una marca que me dio confianza.
Nada de alcohol, sin siliconas, sin parabenos, sin colorantes. Solo agua, aceites suaves como el de coco, extractos de plantas tipo manzanilla, aloe vera, lavanda… Todo muy suave. Parecía más una bruma que un perfume.
Lo compré. Y ahí empezó la revolución en mi casa…
La primera vez que lo usé
No sabía ni cómo aplicarlo. Venía con un dosificador tipo spray, y decía que bastaban un par de toques sobre el pelaje y luego pasar el cepillo. Lo probé con mis perros. Uno es un labrador y el otro es mestizo, mediano, con pelo rizado. Les eché una pulverización a cada uno en el lomo, les cepillé y… ya. No hicieron ni un gesto raro. No se restregaron por el suelo, no corrieron a esconderse, no intentaron lamerse como locos. Nada. Se quedaron tan tranquilos.
Me acerqué a oler. Y sí. ¡Olor suave, limpio, agradable! Nada empalagoso ni exagerado. Era como si acabaran de salir de la peluquería, pero sin haber ido.
Probé luego con los gatos, con muchísimo cuidado. Solo con los dos más tranquilos, mientras estaban dormidos en el sofá. Pulverización rápida, muy leve, y a cepillar. Ni se inmutaron.
El resultado
Lo mejor no fue que olieran bien, que también. Lo mejor fue que la casa dejó de oler a «animal» todo el tiempo. No es que ahora huela a spa, ni mucho menos, pero sí huele a limpio. Y eso para mí es una diferencia enorme. Ya no tengo que hacer una operación limpieza total cada vez que viene alguien. Ahora simplemente paso el aspirador, abro un poco las ventanas y listo.
El perfume para mascotas se ha convertido en parte de mi rutina. No lo uso todos los días, porque no hace falta. Una vez a la semana, después del cepillado, y ya está. A veces cambio de aroma, tengo uno con olor a almendra dulce y otro con un toque herbal muy fresco.
Pero, ¿es necesario?
No. Claro que no lo es. Los animales no necesitan perfume para estar sanos o felices. Pero yo sí necesitaba una solución para sentirme cómoda en casa. Porque al final, convivimos. Ellos y yo compartimos sofá, cama, mantas, todo. Y si hay algo que puedo hacer para que esa convivencia sea más agradable sin perjudicarles, lo voy a hacer.
Y te digo más: me parece genial que ahora haya productos pensados para este tipo de cosas. Porque antes, o usabas colonias humanas (¡error!), o resignación. Ahora hay marcas que piensan en el bienestar de los animales y en la realidad de quienes vivimos con ellos.
Lo que critico (y mucho)
Ahora, una cosa te digo. Lo que no soporto es ver a gente que usa este tipo de productos para tapar la dejadez. Como quien se echa desodorante sin ducharse. Hay personas que echan perfume a sus perros sin haberlos cepillado en semanas, o que usan colonias humanas porque «así huele mejor«. Eso no. Así no.
El perfume no es para disimular la falta de cuidados, es para complementar. Si tu perro huele mal porque no lo bañas nunca o tiene una infección, el perfume no lo va a solucionar. Y eso no es amor, es irresponsabilidad.
Y tampoco hay que convertir a los animales en muñecos perfumados. Yo he visto cuentas en redes donde el perro huele cada semana a mango, piña colada, canela… ¡Pero por favor! Ellos tienen su olor, su identidad. Lo nuestro debería ser suavizar, no camuflar.
¿Las mascotas necesitan perfume?
No. Pero algunas casas sí. Algunas personas sí. Yo sí.
Y si se puede usar un producto seguro, suave, pensado para ellos, y que además mejora la convivencia, ¿por qué no? Hoy por hoy no me imagino sin él. Y mis animales están igual de felices, igual de sanos y, además, un poquito más suaves al olfato.
Así que si estás leyendo esto desde una casa donde el ambientador y la arena no dan abasto, te digo: pruébalo. Infórmate bien, busca uno que sea seguro, empieza con poco, observa cómo reaccionan. Y si va bien, bienvenida al club.
Tu casa puede seguir siendo un hogar con animales, pero sin necesidad de oler como una granja. Yo lo logré. Y si yo lo logré, con cinco preciosos animales viviendo conmigo… tú también puedes.