Vivencias de un divorcio

Hay situaciones muy duras en la vida. Podemos padecer enfermedades, soportar la muerte inesperada de familiares o amigos, podemos sufrir acoso casi en cualquier situación y momento y también no tener la capacidad económica suficiente como para subsistir. Quizá hayáis pasado alguna de estas situaciones a lo largo de vuestra existencia y quizá hayáis tenido que pasar por el proceso del que vamos a hablar a continuación, que es otra situación muy delicada que se puede presentar en vuestra vida y que no es otra cosa que el divorcio.

Un divorcio, por lo general, es algo bastante complicado de soportar. Aunque sea de mutuo acuerdo, todos sabemos que se refrenda con él una etapa en la que hemos fracasado en lo personal. Un día decidimos casarnos con una persona a la que hemos dejado de querer o que nos ha dejado de querer a nosotros. No hemos conseguido el objetivo de pasar junto a ella el resto de nuestra vida y eso, aunque sea en mayor o menor medida, nos duele.

En un artículo de la sección Vanitatis, de El Confidencial, se destapaban nueve motivos por los cuales se divorcian las personas en España. La falta de compromiso, la agresividad continua, la infidelidad, las expectativas defraudadas, la falta de equidad, el abuso, las dificultades económicas, la falta de comunicación y el cambio de prioridades son esos nueve motivos. Seguro que, si habéis pasado por una situación como esta, podéis englobar vuestro caso en alguno de estos motivos.

La edad en la que la gente se divorcia es variable, pero el periodo en el que tenemos entre 40 y 49 años es el más peligroso en este sentido. Así nos lo hace saber un estudio publicado en la página web de Statista en el que se mide el número de divorcios según la edad en España. De los más de 76.000 divorcios que se produjeron en España a lo largo del año 2023, más de 30.000 tuvieron en común el hecho de que la edad del primer cónyuge se encontraba entre esos 40 y 49 años de los que estamos hablando. El segmento dedicado a las edades comprendidas entre los 50 y los 59 años ocupa la segunda posición con más de 18.000 casos.

Ahora voy a comentaros cuál ha sido mi caso personal, que también se saldó con un divorcio. Ya ha pasado algún tiempo desde entonces y he tenido la capacidad de volver a hablar del tema porque, como os podéis imaginar, los primeros meses desde aquello fueron duros y era prioritario tratar de olvidar y seguir adelante con la vida. Ahora veo las cosas con mucha más perspectiva y habiendo superado el vacío sentimental que sentía entonces.

Me casé en 2010 con la que había sido mi novia desde los 14 años. Nos entendíamos bastante bien en prácticamente todo. Es cierto que no habíamos convivido hasta que nos casamos, pero teníamos la confianza de que ese proyecto iba a salir bien porque nos conocíamos de sobra y porque teníamos claro que queríamos estar el uno con el otro.

Las cosas empezaron muy bien porque logramos congeniar bien en lo que respecta a la convivencia. Organizamos bien las tareas del hogar, algo básico en un matrimonio en el que los dos teníamos un trabajo. Y, fruto de lo bien que iban las cosas en casi todos los aspectos, tuvimos un hijo en 2014. Fue el momento más especial de nuestras vidas sin ninguna duda. La verdad es que todavía recuerdo la sensación del momento en el que nos enteramos que íbamos a ser padre y madre, recuerdo también esos meses de ilusión y, finalmente, todavía mantengo vivo el momento en el que pude ver por primera vez a Rodri, mi hijo, en el hospital.

Las cosas siguieron bien durante algún tiempo, pero se torcieron con el paso de los años. De las nueve situaciones de las que os hablaba más arriba y que recogía la noticia de El Confidencial, el motivo por el que el amor se empezó a desvanecer fue sin duda las expectativas defraudadas. No sé muy bien por qué, pero tanto mi mujer como yo dejamos de tener ilusión por el futuro que nos esperaba juntos. Nos apasionaba nuestro hijo, eso por supuesto, pero es verdad que dejamos de tener ilusión por la vida que nos esperaba juntos cuando fuéramos ancianos, por ejemplo, o cuando nuestro hijo se independizara.

Tomamos la decisión de separarnos en cuanto la pandemia nos dejó un respiro. El hecho de estar en pleno confinamiento, encerrados en casa, terminó de manera definitiva con lo que sentíamos el uno por el otro. No fueron meses fáciles ni mucho menos porque no tienes ese respiro que puedes tener cuando sí que puedes salir aunque sea a dar un paseo. Por tanto, cuando en junio de 2020 se produjo el desconfinamiento, decidimos ponernos en contacto con Trámites Fáciles Santander para ponerle fin a nuestra relación.

Fue una buena decisión sobre todo por el momento en que la tomamos. Para cuando las cosas se volvieron a complicar por culpa de la pandemia, ya estábamos separados y tuvimos la ventaja de estar también lejos en lo físico, algo que nos vino de perlas para poder afrontar la situación de una manera no tan incómoda como la que ya habíamos tenido que pasar. Por suerte, obtuvimos un buen acuerdo en lo que respecta a la sociedad de gananciales y en lo que tenía que ver con nuestro hijo, que por supuesto alterna la convivencia tanto conmigo como con su madre.

Un futuro que ahora sí me ilusiona 

Cuando te divorcias, no sabes muy bien si vas a conseguir salir adelante con los sentimientos rotos, pero lo cierto es que, a medida que va pasando el tiempo, te vas recuperando de todo lo que tiene que ver con eso. Es importante que te sepas refugiar en algún amigo, familiar o hobby. En mi caso, opté por esto último para tratar de salir adelante. Fue entonces cuando me decidí a escribir una novela, algo con lo que había fantaseado en alguna ocasión a lo largo de mi vida. Y la verdad es que fue una decisión óptima para olvidar todo lo que había pasado en los últimos años.

Tengo que decir que la relación que tengo con mi exmujer es bastante buena y, sobre todo, fluida, algo que debíamos mantener sobre todo por la educación y el bienestar de nuestro hijo. No cabe la menor duda de que, si hubiéramos priorizado el orgullo de cada cual y no hubiéramos querido relacionarnos, esto hubiera sido mucho más difícil. Hubiera sido realmente complicado que Rodri estuviera bien y está claro que lo hubiera pasado realmente mal, sobre todo teniendo en cuenta la corta edad que todavía tiene.

Puedo decir que he recuperado la ilusión por la vida, en general. Mantener una relación cordial con mi exmujer, seguir cuidando de mi hijo sin ningún problema y tener alguna cosa que me distrae y que me permite desarrollarme como persona es algo que me hace ver el futuro con confianza y con la certeza de que, a pesar de haberme equivocado en el pasado, tengo posibilidades para tener un futuro con el que me pueda sentir todavía más feliz de lo que ya soy a día de hoy.

Al amor no le cierro ninguna puerta, por supuesto. Nunca hay que cerrársela porque puede cambiar nuestra vida por completo y para bien. Os confesaré que he tenido alguna oportunidad para rehacer mi vida, pero todavía he decidido no hacerlo todavía porque me parecía demasiado pronto y quería experimentar un poco más de tranquilidad, darme un poco más de tiempo para mí mismo. No estoy preocupado por eso, sé que tarde o temprano encontraré el amor y me tomaré el tiempo necesario con la persona que quiera compartirlo conmigo para conocerla bien y evitar repetir la experiencia que ya llevo a cuestas.

Estoy seguro de que alguno habéis pasado por una situación similar y entiendo que haya muchas personas que estéis tristes a causa de ello, pero lo que es evidente es que la vida sigue y vuelve a poner en nuestro camino nuevas opciones. Dicen que cuando se cierra una puerta se abre una ventana y la verdad es que eso es tan cierto como la vida misma. Nunca hay que perder la sonrisa y la felicidad, incluso aunque nos hayan partido el corazón. Ante todo, actitud.

Un divorcio no es el fin del mundo. Quedaos con esta frase. Es importante gestionar este proceso de manera correcta y que sea lo más rápido posible, porque es cierto que si se alarga nos puede ocasionar más dosis de dolor. Pero, a partir de ahí, tenemos la posibilidad de seguir creciendo como personas que somos, para seguir construyendo nuestra vida y para no seguir pensando que esta se desmorona. Ojalá que todas y cada una de las personas que os lo propongáis lo consigáis. El mundo no se acaba ahí ni mucho menos.

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